sábado, 16 de noviembre de 2013

POLÍTICA & FÚTBOL

El próximo 21 de noviembre, se cumplirán cuarenta años de “el partido de la vergüenza”, en el Estadio Nacional de Santiago.

Corría el año 73, un golpe de estado apoyado por el gobierno de Estados Unidos, había depuesto al entonces presidente legítimo Salvador Allende a favor del general Pinochet. Dos meses después, miles de presos ocupaban los asientos del Estadio Nacional esperando un veredicto sobre sus vidas, sobreviviendo a las noches que daban paso a los fusilamientos y las torturas, mientras, sus familiares se agolpaban desesperados a las puertas del emplazamiento deportivo, esperanzados de oír el nombre de sus allegados por megafonía. Al mismo tiempo, y con los presos delante, los miembros de la FIFA paseaban sobre el mimado césped para dar el “ok”  al partido del día 21.
Rusia, adversario de Chile, dijo “no” a jugar. Chile sí salió al campo, de rojo, fueron pasándose la pelota, sin rival enfrente, y gol.

Mundial de 1978, Argentina, mientras el general Videla ejercía su reconocido terrorismo de estado, la FIFA bajaba la mirada ante los asesinatos y torturas, presos paseados en coche sobre calles que a golpe de “gol” olvida a sus artistas, deportistas, abogados… mientras, el régimen repartía calcomanías en las que se podía leer “los argentinos somos derechos y humanos”, cinismo en grado máximo. A sabiendas de todo esto, la FIFA proporcionó una pantalla para maquillar el terror.

Casos como este aún tenemos que soportar, como el mundial de Qatar. A la FIFA le da exactamente igual, mientras su maquinaria se aprovecha de un deporte que genera miles de millones de euros al año. RESPECT nos dice… anuncios con los niños de Benetton y ale, a seguir generando ingresos.

La Federación Española de Fútbol no quiere quedarse atrás, y sigue el ejemplo FIFA. Guinea, un país que, según amnistía internacional, viola de manera sistemática los derechos de su pueblo y, de paso,  aquellos que por ahí se encuentran; se la premia con un partidazo. Que los guineanos sepan de parte de quién está la roja. Y nosotros a ver el partido que estrenamos indumentaria. Los índices de audiencias darán el veredicto sobre la categoría moral de nuestro país.


¿Cómo podemos permitirnos el lujo de hablar de libertad si mentalmente no lo somos?